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Jaz...


29/1/15

Investigan grupo de Whatsapp ProAna y ProMia

Se trataría del primer grupo proanorexia y probulimia creado en WhatsApp que la unidad de la Policía Nacional investigará. Y es que este tipo de búsquedas resultan más complicadas de lo que a priori pudiera parecer. Primero necesitan que alguien lo denuncie, algo que en principio sólo está en mano de los propios usuarios del grupo o de los padres de los menores que participan en él. Y es que al igual que no se puede abrir una carta porque está protegida por el Derecho a la Intimidad, tampoco se puede acceder a una conversación de WhatsApp sin denuncia previa, al tratarse de una comunicación de mensaje personal. De ahí que el control parental resulte clave para luchar contra esta lacra de grupos y webs en los que chicas y chicos comparten sus experiencias personales y se dan consejos que no funcionan o que resultan peligrosos para la salud (como beber vinagre y limón porque consideran que son desengrasantes), se aconsejan laxantes para adelgazar, trucos para engañar a los padres o se enseñan los cortes que se hacen. «Me he pasado», afirmaba una de las chicas ayer en el grupo después de colgar una foto de su brazo lleno de cortes. «¿Por qué te lo has hecho?», le preguntaban. «Por comer, por ser una fracasada, por hacer daño a la gente que quiero, por lo mala persona que soy, por ser gorda... Por todo», responde. Eso sí, sus compañeras de grupo la animan para que cese con las autolesiones.

Pero incluso para aquellos progenitores que tratan de saber en qué grupos están metidos sus hijos resulta una tarea complicada, ya que para evitar que les pillen, no llaman al grupo Promia o Proana, los nombres con los que en un principio se asocian estas «princesas», como también se llaman, en búsqueda de una perfección a todas luces desenfocada, sino que optan por otros nombres como el de «Dulce adicción».

Y a ello se suma otro problema, el cambio de nombres. Ayer mismo el grupo internacional de WhatsApp de habla hispana recién citado cambió y ayer eran «Be the #1, be the best». Y mañana quién sabe. De ahí que su investigación, con el fin de proteger a los menores, resulte si cabe más complicada para un padre. No obstante, las herramientas existen. Y tras una denuncia, los agentes de delitos telemáticos pueden seguir su rastro para poderlo comunicar después a la autoridad judicial si se detecta que se trata de algo delictivo.

Guillermo Cánovas, presidente de la asociación Protégeles, conoce bien el tema ya que su entidad colabora directamente con la Policía para intentar localizar estas páginas e intentar que desaparezcan. «La Policía apenas ha podido actuar en contra de estos foros porque la ley les ampara», explica. Por ello, han tenido que ser ellos, desde Protégeles, los que una a una han identificado cada uno de los enlaces y han intentado que desaparecieran, aunque «aparecen como setas», afirma. En los últimos 2 o 3 años han conseguido terminar con 500 páginas, pero no ha sido fácil. «Cuando detectamos alguna, lo primero que hacemos es ponernos en contacto con las empresas que sirven de plataforma para estos contenidos. Son los que alojan los foros, aunque no siempre están sensibilizados con el problema». Como destaca Cánovas, «sólo es efectiva la autorregulación y en muchos casos los que proveen estos servicios no consideran que las páginas hagan apología de la anorexia, si no que son páginas de autoayuda» y allí ya es más difícil hacerles entrar en razón. Lo peor es que los grupos de WhatsApp también aumentan y todo arranca en estos foros donde proponen la creación de un nuevo grupo y las menores no dudan en obviar su derecho a la intimidad y cuelgan sus números de teléfono sin pensar que pierden su privacidad y que su contacto pasa a ser de dominio público. Por eso, algunas, conscientes de este hecho, escriben un mensaje privado a alguno de los miembros del grupo para pedirles que las incluya. 

«En estos foros de WhatsApp se mezclan menores con mayores de edad. Por eso es extremadamente complicado controlar estas conversaciones porque son completamente privadas». «Es más –prosigue Cánovas–, los participantes podrían argumentar que todo era una broma».

«Últimamente no se han cerrado foros en los que se fomenten este tipo de trastornos. Hace tiempo se cerraron dos páginas y eso tras rastrear e informar de 400 enlaces a páginas proanorexia y probulimia», explican desde el Cuerpo Nacional. En concreto, a finales de 2008 se comunicó que la Fiscalía de Guipúzcoa procedió al cierre de tres páginas web de este tipo.

Y es que el problema es que siguen sin prohibirse este tipo de páginas. Por ello cada vez son más voces las que piden su cierre. Las más importantes son las de los propios padres. Es el caso de Lidia Amella, que el año pasado creó una iniciativa al respecto vía Change.org, cuando su hija adolescente le reconoció que se había metido en una de estas webs. Ya llevan más de 216.000 firmas. «Sé que es difícil retirar de la red todas estas páginas, yo he conseguido hacerlo con alguna, pero el Gobierno puede sin duda hacer un esfuerzo mayor para cerrarlas o bloquear sus contenidos. Sólo tienes que teclear ‘‘proana’’ y ‘‘promia’’ en cualquier buscador y sabrás de qué estoy hablando», subraya la madre en la petición.

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